Rev. Acontecimiento nº 145. Carlos Díaz. Persona del yo al Tú de Javier Barraca
No salgo de mi asombro ante este V Premio Didaskalos de Novela a Javier Barraca, que como otras suyas me he leído de un tirón celebrando al mismo tiempo su condición de premiada. Mi primer asombro viene dado porque una novela gire explícitamente en torno a la noción de Persona absolutamente contracorriente y muy bien escritas cincuenta y dos escenas.
Hay para mí otro motivo de sorpresa en este filósofo y profesor universitario de la Universidad Rey Juan Carlos, que abre las páginas del libro con la cita de Martin Buber “las palabras primordiales no significan cosas, sino que indican relaciones: la palabra primordial es yo-tú”: “También yo, comienza el protagonista, como tantos otros, trabajo para Persona. Sin embargo Persona no es una empresa corriente. Formo parte de la innumerable pléyade de colaboradores y simpatizantes con que cuenta nuestra todopoderosa organización. Estamos dispersos por toda la ciudad. Si alguien quisiera localizarnos a todos juntos en un mismo instante a lo largo y ancho del mundo, no podría hacerlo… La institución proclama como señas definitivas de identidad su adhesión a los valores universales, un humanismo cosmopolita acorde a la mejor tradición mundial, la confianza absoluta en la razón y el compromiso con la libertad individual. Nuestra meta final consiste en la defensa de los Derechos Humanos –entendidos desde nuestra peculiar forma de concebir la Tolerancia- en todo el Planeta. Persona nos congrega por dos motivos indisociables entre sí: la Tolerancia y el individuo o el yo… Para colmo de bienes, la Organización de las Naciones Unidas otorgó a Persona una preciada distinción honorífica en reconocimiento a su acción humanitaria en todo el orbe”.
Y todo iba muy bien para el protagonista personalista, sus presidencias de diversas organizaciones, su docencia, su fama, su departamento recién comprado con excelentes vistas, todo lo que se puede soñar como consecuencia de la defensa del programa de la empresa Persona. Pero a nuestro protagonista, un hombre decente, no le salen las cuentas cuando ve que día a día, su cínica empresa con ideario liberal, abstracto, mira para otro lado, contra la realidad del mundo carcomido e injusto.
Por eso el protagonista saca valor y humildad para decirle al jefe: “Lo que menos me gusta de Persona es su fariseísmo. En ella, todos fingimos defender la tolerancia y libertad, luchar contra los integristas del planeta entero. Pero, en realidad, en Persona nadie se preocupa por nadie distinto de sí mismo”. Pero la Dirección Persona le advierte: “Sólo quiero avisarte de que, si abandonas Persona, el futuro que se espera no va resultar muy prometedor… Te castigaremos de manera implacable”, y la amenaza se cumple. Pasa de todo a nada, a nadie, pierde su trabajo, sus presidencias de diversas organizaciones, su docencia, su fama.
Las páginas finales son las que menos me gustan porque, ante tal despojo, el personalista se vuelve a casa: “He buscado refugio en la casa familiar. Expulsado de la Universidad, sin empleo ni recursos económicos propios, he tenido que resignarme, por ello me he convencido de que ella la familia, es el último baluarte serio”.. Consuélese Javier Barraca porque también el peor capítulo del Quijote es cuando éste regresa a casa venció para entregar su parva herencia a la sobrina a cambio de no tocar los libros de caballería.
En general, lo que más agradezco de esta novela es su honestidad, su libertad para rechazar los tópicos seudouniversalistas que no son sino los exacerbados particularismos de los egoístas. Es también un aviso para el “personalismo” burgués de salón que se contenta con reseñar tragedias desde lejos. Al protagonista sólo me queda arle un abrazo y esperar que en la próxima nivela su rebeldía sea de verdad universal.
Carlos Díaz