Un débil criatura lleva a Dios, recesión de Fernando Chica en la revista Estudios Eclesiásticos de Comillas
Un vademécum es un «libro de poco volumen y de fácil manejo para consulta inmediata de nociones o informaciones fundamentales». Con este formato nos presenta el profesor Gabriel Richi este ensayo de eclesiología, fruto de sus muchos años de enseñanza en la Facultad de Teología de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, de Madrid. La monografía contiene doce capítulos con una interesante bibliografía general y un índice analítico que cierra el volumen. La enumeración de los capítulos nos da una idea cabal de la cantidad de temas que se abordan. El primero se titula “¿Es esencial la Iglesia?” (pp. 15-28) y allí se nos brinda una panorámica sobre el interés y la actualidad de la materia. Vienen luego unas “Perspectivas metodológicas” (pp. 29-42) con las que se trata de explicar cuál es el método que empleará el autor para acercarse al misterio de la Iglesia: será un horizonte pastoral, marcado por una concentración antropológica y sacramental, alimentado por una perspectiva mariana y pneumatológica. Todo ello encaja bien con la óptica de «una eclesiología conciliar», que es el título del tercer capítulo (pp. 43- 58). El autor afirma sin ambages que «la enseñanza del Concilio Vaticano II constituye la referencia doctrinal básica a partir de la cual proponemos nuestra reflexión eclesiológica» (p. 44). Sigue, en cuarto lugar, una bella exposición de las aportaciones del Vaticano II sobre “El origen de la Iglesia” (pp. 59-72). Aquí se aborda la cuestión de la unidad entre cristología y eclesiología o, lo que es lo mismo, el hecho de que la escisión entre Jesús y la Iglesia hace ambas realidades totalmente irreconocibles. Con todo este recorrido se ha preparado, en mi opinión, el salto a uno de los temas más decisivos del vademécum: “La sacramentalidad de la Iglesia” (pp. 73- 86). El profesor Richi explica cómo desde mediados del siglo XIX se ha ido superando una concepción societaria y externa de la Iglesia que había oscurecido su misterio más íntimo. «La recuperación de una eclesiología propiamente teológica, en el marco del horizonte trinitario e histórico-salvífico, que permite describir a la Iglesia como Cuerpo y Esposa de Cristo, según la tradición paulina, puede ser considerada la perspectiva a partir de la cual el Vaticano II ha propuesto su enseñanza sobre la sacramentalidad de la Iglesia» (p. 80). Esta enseñanza conciliar se puede resumir en la fórmula «sacramento del misterio», con la que autores como Le Guillou se han referido a la Iglesia. Y esta doctrina es quizás hoy más necesaria que nunca, pues nos ayuda a no perder de vista el corazón de la Iglesia y su centro más íntimo. El vademécum continúa ilustrando la categoría de “la Iglesia pueblo de Dios” (pp. 87-100), tan importante en el último Concilio, para abordar luego el tema de “La santidad de la Iglesia” (pp. 101-116). A la luz del escándalo reciente de los abusos, este tema es tratado con una gran profundidad y delicadeza, dando una explicación honda y cabal de lo que significa llamar «santa» a la Iglesia. Los dos capítulos siguientes se relacionan con el tema de la «comunión» y se titulan: “La communio” (pp. 117-132) y “La comunión de los fieles” (pp. 133-150). De mucho interés es también el capítulo dedicado a “La apostolicidad de la Iglesia” (pp. 151-168), que aborda lógicamente el tema de la sucesión apostólica y de los ministerios en la Iglesia. No podía faltar, claramente, un capítulo dedicado a “La unidad y la comunión de Iglesias” (pp. 169-182), que trata de arrojar luz sobre el tema del ecumenismo y sobre lo que significa la «unidad» de la Iglesia. Por fin, el capítulo final: “Catolicidad y misión” (pp. 183-198) se refiere a la cuestión de la finalidad de la Iglesia, no ya a su quién o a su cómo, sino a su para qué. En definitiva, estamos ante un texto muy completo, bien conseguido, escrito con un lenguaje esmerado y pulcro, siendo a la vez ameno. Estos ingredientes logran que sea de fácil lectura. No es un libro de erudición y, sin embargo, se percibe la autoría de un verdadero erudito, de un profesor con sólidos fundamentos que busca orientar a los lectores con datos esenciales, sugestivos y pertinentes. En una época en la que abunda la superficialidad, los pensamientos apresurados y monodireccionales, salpicada de tópicos y palabras interesadas, este volumen puede prestar un gran servicio a sacerdotes que desean actualizar su formación, a agentes de pastoral y catequistas, así como a laicos que han tomado en serio el anuncio del Evangelio. Quien quiera acercarse y comprender mejor el misterio de la Iglesia, tiene en esta magnífica publicación un precioso instrumento al que acudir. Agradecemos a la editorial Didaskalos que haya enriquecido su catálogo con un volumen llamado a incrementar el gozo de quienes formamos parte del pueblo de Dios y queremos pasar por este mundo como discípulos de Cristo y testigos fieles de su mensaje salvador.
Fernando Chica Arellano